55 • El beneficio del rechazo
Por que un "no" te puede abrir mejores puertas a largo plazo.
Hay ciertos pedazos de sabiduría que te pueden repetir mil veces de adolescente sin que peguen. Los que no hacen sentido en el momento o, como nos decían nuestras mamás: entran por un oído y salen por el otro.
La frase que flotó a la superficie de mi memoria esta semana se me hacía especialmente frustrante:
Mejor que te rechacen ahora. Así sabes cuanto encajabas - o cuanto te valoran - desde el principio.
Yo vivía por sobresalir en un sistema estructurado, donde lo positivo solo se asocia con la aceptación. El rechazo era rechazo. Nada más y nada menos. Y siempre dolía.
Pero la frase me la decían con todo: cuando la chica que me gustaba no le gustaba de vuelta, o cuando sufría por el posible (y a veces inevitable) rechazo de aplicaciones universitarias.
Obviamente, en retrospecto, el problema era asociar mi sentido de valor e identidad a procesos, decisiones y gente que estaba fuera de mi control. Pero darse cuenta de eso en el momento donde quieres lo que buscas más que cualquier otra cosa es súper difícil. Es un sentimiento que no se debe invalidar y socavar.
Mi perspectiva comenzó a cambiar cuando llegué a la universidad. Tuve la suerte de sentirme en casa, de poder construir comunidad, y tener un espacio para ir descubriendo mi identidad. Pero no habría sido el lugar ideal para todo el mundo. En un sentido obvio, no hay lugar que sea ideal para todos. Es imposible.
Esa pequeña realización me abrió la perspectiva de una manera monstruosa. Comencé a ver mis aplicaciones a clases, programas, y eventualmente trabajos como una entrevista de dos lados. No era solo yo el que aplicaba - también tenía el derecho y la responsabilidad de determinar que tan bien íbamos a encajar como sistema.
Como suele pasar con epifanías como esta, no até los cabos a la frase que me repetían de adolescente, pero si la vivía. Y fui refinando la lección a punta de práctica, dándome cuenta de que el sistema solo me beneficiaba cuando era auténtico y no me guardaba nada en términos de esfuerzo.
Dando todo y manteniéndome fiel a lo que quería, comencé a entender los beneficios del rechazo. En vez de ser un reflejo de algo malo en mí, comencé a verlo como señales de encaje: capaz mi experiencia no encaja para que me vaya bien en el trabajo, o simplemente no le caí bien a la persona que sería mi jefa. Si sigues el hilo de los dos ejemplos el que salía más perjudicado si me habrían aceptado incorrectamente habría sido yo - sufriendo a través de un trabajo que me destruiría la confianza, o reportando a alguien en una relación laboral tóxica.
Se los digo por que me ha pasado - a veces, la aceptación es peor que el rechazo, y otras el rechazo es lo mejor que te puede pasar. Solo mantente auténtica, dale con todo, y piens a largo plazo.